Viñedo a 970 m. de altura en la
D. O. Ribera del Duero

Viñedo en el "Paraje Los Roturos"

Aprovechando nuestra localización extraordinaria dentro de la D.O. Ribera del Duero, decidimos en el año 2017 introducirnos en el mundo de la viticultura, plantando 12 hectáreas de uva Tempranillo o Tinta del País. No contentos con esto, un año más tarde decidimos plantar otras 12 hectáreas de la misma variedad, haciendo un total de 24 hectáreas de viñedo. 

Localizada en el t.m. de La Vid y Barrios en el  Paraje Los Roturos, en la confluencia de las provincias de Burgos y Soria, la plantación se encuentra a 970 metros sobre el nivel del mar, lo que proporciona a la uva unas características únicas. Además, la utilización de riego por goteo hace que podamos garantizar un suministro estable de agua a las plantas para atender de forma uniforme las necesidades hídricas de las mismas, obteniendo así unas uvas con unas características de grado, acidez, etc. muy definidas y homogéneas.

La elección de terrenos elevados nos permite enfrentarnos con éxito a los problemas que el cambio climático está generando en esos cultivos, hasta ahora desarrollados mayoritariamente  en zonas de vega de los ríos.


Las plantas arrancan el ciclo productivo anual más retrasadas que las situadas en las vegas de los ríos, permitiendo atemperar los problemas de heladas tempranas que se registran en zonas más bajas.


Los terrenos calizos donde están enclavadas, unidos a su altura y la climatología extrema, aportan a nuestras uvas unos matices peculiares que son cada vez más demandados por las bodegas de nuestra Denominación de Origen.

El proyecto

El "Paraje Los Roturos" ha estado ligado a la actividad humana desde hace más de un siglo, permitiendo tanto a labradores como ganaderos llevar a cabo sus labores cotidianas. Desde hace varias décadas, la agricultura ha sido la actividad que ha ocupado toda la extensión del alto; sin embargo, en el año 2017 decidimos dar una vuelta de tuerca y aprovechar la maravillosa oportunidad que se nos brindaba, implantando las primeras 12 hectáreas de viñedo a una altura de 970 metros por encima del nivel del mar, complementando con otras 12 hectáreas el año siguiente en la misma localización.

Pero el camino no ha sido sencillo, y mucho menos corto. La principal dificultad que presentaba el terreno era la existencia de piedras calizas de gran tamaño, por lo que cada parcela fue subsolada para posteriormente cargar y sacar de la tierra los enormes bloques de piedra que se encontraban a poca profundidad. Además, se machacó en trozos más pequeños el resto de piedras, lo cual se basa en dos puntos clave: el primero, la piedra aporta unos matices únicos a la uva que hacen que su calidad sea superior. Por otro lado, se facilita el trabajo con maquinaria y aperos, lo cual es muy importante  a la hora de mecanizar la plantación.
Posteriormente, se procedió al tratamiento de la tierra con un abono determinado, buscando las condiciones óptimas del terreno cuando llegase la hora de plantar, además de un tratamiento de herbicida para evitar que creciera vegetación e hiciera competencia a las pequeñas plantas. Tras estas tareas, se procedió a plantar. Para ello, se utilizaron tres portainjertos distintos, debido a la diferencia de las características en el suelo de las distintas parcelas. Una vez plantadas, se procedió a la colocación de la espaldera, con cuatro niveles distintos de alambres, y del vallado, para así evitar la entrada de animales que pudieran hacer daño a las plantas, muy abundantes en la zona. Gracias a la colocación de la espaldera, se complementó la plantación con un sistema de riego por goteo, de gran ayuda para la planta en sus primeras semanas de vida, además de permitir la posibilidad de complementar a las plantas en cualquier momento del año si las condiciones climatológicas no son las adecuadas.

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